7/07/2008



Con el Eurodiputado Vittorio Agnoletto

La Directiva de la vergüenza

Giorgio Trucchi


Managua

El pasado 18 de junio, el
Parlamento Europeo aprobó la polémica “Directiva del retorno de inmigrantes ilegales”, es decir un acto normativo europeo sobre las repatriaciones de los migrantes "irregulares", desatando fuertes protestas a lo largo y ancho de todo el planeta.


Con esta Directiva, los parlamentarios europeos amplían la detención de los denominados “ilegales” en los Centros de Permanencia Temporal (CPT) hasta un máximo de 18 meses, incluyen la posibilidad, en algunos casos, de detención de menores de edaden los CPT, sancionan la prohibición de volver a Europa por un plazo de cinco años después del primer ingreso y permiten la expulsión hacia países diferentes del de pertenencia.


Para tratar de entender qué es lo que está pasando en Europa y cómo se llegó a aprobar esta Directiva “de la vergüenza”, la cual más que detener el flujo continuo e incesante de inmigrantes en busca de una oportunidad de vida, parece estar pensada para congraciarse con los ciudadanos de cada país europeo, y poder decir “Yo sí lo intenté”, Sirel conversó con el parlamentario europeo de la bancada Grupo Confederal de la Izquierda Unitaria Europea/Izquierda Verde Nórdica (GUE-NGL), Vittorio Agnoletto (1).


-¿Cómo se llega a formular y aprobar esta Directiva europea?



-La Comisión Europea (2) escribió esta Directiva en respuesta a una invitación del Consejo de la Unión Europea (3). Lastimosamente para nosotros los italianos, esta Directiva surge a raíz de la presencia del actual Ministro del Exterior italiano, Franco Frattini, quien en aquel entonces era Comisario Europeo de Justicia, Seguridad y Libertad. Cuando la directiva llegó al Parlamento para su discusión, ya se había logrado un amarre entre las bancadas de tendencia conservadora, la Comisión y el Consejo, para que el Parlamento no tuviera la opción de discutirla libremente, sino solamente de aprobarla como estaba redactada.


Esta situación se genera por diferentes motivos. Si aportábamos cambios al texto original, la Directiva iba a ser enviada nuevamente a la Comisión y al Consejo, para ser discutida otra vez, y aprobada, porque el texto definitivo debe contar con la aprobación de las tres instancias. Además, retrasar la aprobación quería decir casi seguramente que no se lograra su aprobación en esta legislación que termina en 2009, mientras que existían fuertes presiones de los gobiernos europeos para que se aprobara de inmediato.


Lo que en este caso se tambaleó peligrosamente fue la soberanía misma del Parlamento, o sea la posibilidad de los diputados de discutir abiertamente y aportar modificaciones al texto.



-¿Qué tipo de presiones hubo por parte de los gobiernos?


-Hubo presiones muy fuertes
de todos los gobiernos para que la Directiva se aprobara de inmediato y sin modificaciones, pero hay que destacar el papel que jugaron los gobiernos de España y Francia, porque esta directiva nace a través de un férreo acuerdo entre Sarkozy y Zapatero, y sucesivamente, el Consejo la aprueba en sus líneas generales y la pasa a la Comisión para su redacción escrita. Es un hecho grave, porque los gobiernos de Francia, España, los laboristas ingleses y los socialdemócratas alemanes presionaron a sus partidos para que sostuvieran el texto de la directiva en el Parlamento, y eso abrió un enorme debate en la bancada del Grupo Socialista. Los tres partidos socialistas que actualmente están gobernando en sus respectivos países tenían un mandato taxativo de los gobiernos de aprobar esta Directiva. Es por esto que, al momento del voto, el Grupo Socialista presentó algunas mociones para mejorar el texto, pero fueron rechazadas por la alianza de la derecha (NdR: Grupo Partido Popular Europeo - Demócratas Europeos, Grupo de la Alianza de los Demócratas y Liberales por Europa). Lo más grave fue que en el momento de la votación el Grupo Socialista se dividió: la mitad votó en contra, un 35 por ciento se abstuvo, incluyendo a los del Partido Democrático (PD) de Italia, y un 15 por ciento votó a favor. El voto contrario fue expresión de una parte de los socialistas, el Grupo Confederal de la Izquierda Unitaria Europea/Izquierda verde Nórdica (GUE-NGL) y el Grupo de los Verdes/Alianza Libre Europea (Verdes/ALE).


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