
El componente escencialista de la antigua búsqueda de la identidad como parte de diferentes proyectos nacionalistas —y que ocupó tanto tiempo a intelectuales como Octavio Paz—, no ha desaparecido completamente o se ha transmutado en una relación comercial de signos en lucha, en un nuevo contexto global. Y como siempre la realidad es un subproducto de equívocos de sus propias representaciones.
¿Qué significa "latino"? Por años, el latinoamericano típico —que es otra forma de decir "el latinoamericano estereotípico"— fue representado por el indígena de origen azteca, maya, inca o quechua que conservaba sus tradiciones ancestrales mezclándolas con los ritos católicos. Lo que tenían en común estos pueblos era la lengua castellana y la violencia común de la colonización. Sin embargo, todos, a los ojos europeos, norteamericanos e, incluso, ante sus propios ojos, eran definidos monolíticamente como "latinoamericanos". A los habitantes de la región del Río de la Plata se los llamaba, por parte de los anglosajones, "los europeos del Sur".
Si volvemos a la etimología de la palabra latina, veremos una fuerte contradicción en esta identificación anterior: ninguna de las culturas indígenas que encontraron los españoles en el nuevo continente tenían algo de "latino". Por el contrario, otras regiones más al sur carecían de este componente étnico y cultural. En su casi totalidad, su población y su cultura procedía de Italia, de Francia, de España y de Portugal.
En Valiente mundo nuevo, Carlos Fuentes nos dice: "Lo primero es que somos un continente multirracial y policultural. De ahí que a lo largo de este libro no se emplee la denominación 'América Latina', inventada por los franceses en el siglo XIX para incluirse en el conjunto americano, sino la descripción más completa Indo-Afro-Ibero-América. Pero en todo caso, el componente indio y africano está presente, implícito".
A esta objeción del ensayista mexicano, Koen de Munter responde con la misma piedra, observando que el discurso indigenista ha pasado a ser una moda, siempre y cuando se refiera a la defensa de pequeños grupos, políticamente inofensivos, folklóricos, de forma de olvidar las grandes masas que migran a las ciudades y se mimetizan en una especie de mestizaje obligatorio. Este mestizaje, en países como México, sería sólo la metáfora central de un proyecto nacional, principalmente desde los años noventa. Fuentes que sostiene que afortunadamente fuimos una colonia española y no inglesa, lo que permitió un "mestizaje" en el continente. Pero Koen de Munter entiende este tipo de discurso como parte una demagogia "hispanófila", de una "ideología del mestizaje" por la cual se soslayan las condiciones inaceptables de la actual realidad latinoamericana. Según el mismo autor, la hispanofilia de estos intelectuales no les permite recordar el racismo colonial de la España que luchó contra moros y judíos al tiempo que se abría camino en el nuevo continente. En resumen, más que mestizaje deberíamos hablar de una "multiple violation".
Al parecer porque el término propuesto era demasiado largo, Carlos Fuentes se decide por usar "Iberoamérica", siendo éste, a mi juicio, mucho más restrictivo que el propuesto "interesadamente" por los franceses, ya que se excluye no sólo a las oleadas de inmigración francesa en el Cono Sur y en otras regiones del continente en cuestión, sino a otros inmigrantes aún más numerosos y tan latinos como los pueblos ibéricos, como lo fueron los italianos. Bastaría con recordar que a finales del siglo XIX el ochenta por ciento de la población de Buenos Aires era italiana, motivo por el cual alguien definió a los argentinos —procediendo con otra generalización— como "italianos que hablan español".
Por otra parte, la idea de incluir en una sola denominación el componente indígena ("Indo") junto con el nombre "América" nos sugiere que son dos cosas distintas. Semejante, es la suerte de la pudorosa y "políticamente correcta" referencia racial "afroamericano" para referirse a un norteamericano de piel oscura que tiene tanto de africano como Clint Eastwood o Kim Basinger. Podríamos pensar que los pueblos indígenas son los que más derecho tienen a revindicar la denominación de "americanos", pero se ha colonizado el término como se colonizó la tierra, el espacio físico y cultural. Incluso cuando hoy en día decimos "americano" nos referimos a una única nacionalidad: la estadounidense. Para el significado de este término, tan importante es la definición de lo que significa como de lo que no significa. Y esta definición de las fronteras semánticas no deriva simplemente de su etimología sino de una disputa semántica en la cual ha vencido la exclusión de aquello que no es estadounidense. Un cubano o un brasileño podrán argumentar fatigosamente sobre las razones por las cuales se les debe llamar a ellos también "americanos", pero la redefinición de este término no se establece por la voluntad intelectual de algunos sino por la fuerza de una tradición cultural e intercultural. Si bien los primeros criollos que habitaban al sur del río Grande, desde México hasta el Río de la Plata se llamaban a sí mismos "americanos", luego la fuerza de la geopolítica de Estados Unidos se apropió del término, obligando al resto a usar un adjetivo para diferenciarse.
1 comentario:
humildemente, me parece que ya no importa con qué término se llame a América... a mí me gusta el nombre América Nativa que algún poeta y algún pintor le ponen... siento que es más real...
pero a más de 500 años de distancia de aquél momento en que se inició el saqueo de la identidad cultural americana, me parece que hemos producido una nueva identidad, una subjetividad propia que tiene tintes muy diversos de la identidad o subjetividad de la Europa Latina...
Los americonativos somos diferentes... nos construimos de otra manera... nos amamos de otra forma, nos tocamos de otro modo... nos "sentimos" mucho aún estando lejos... y eso no lo tienen otros pueblos... y me gusta que lo tengamos los americonativos... me gusta el concepto de libertad que tenemos y me gusta cómo, a pesar de los golpes y de las heridas, seguimos cantando, seguimos juntos...
y volviendo al tema del debate: yo me siento americonativa aunque sólo tenga un tatarabuelo guaraní y el resto sea de otros sitios... me sentiría igual de americonativa aunque no tuviera ni un solo ancestro originario... y aunque no estuviera más en mi tierra... esta pertenencia a una cultura diferente no se pierde nunca, y es lo que nos hace tan especiales...
un abrazo enorme americonativos que no viven en estas tierras, desde el sur, desde la argentina maltrecha por los desvaríos del capital, desde aquí un abrazo grande...
www.lisa.bligoo.com
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